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D. Pedro Santisteban Chávarri.

POR SEGUNDO LOZANO «NUESTRA RAZA».

 

El comercio y la industria, como los negocios financieros son asuntos tan importantes para la vida y prosperidad de los pueblos que de aquel país en que sean contados los hombres que a ellos dediquen su atención, puede formarse un concepto bien pobre, por cuanto les hallamos en contraposición con lo que en Europa y América marchan a la vanguardia en el movimiento progresivo contemporáneo. En efecto, lo primero que en las grandes metrópolis admiramos, es un gran desarrollo industrial, mercantil y financiero, en el que trabajan hombres de gran capacidad y de excelentes aptitudes, y en el que intervienen e influyen más o menos directamente personas de talento reconocido.

Por razón natural, toda grande empresa requiere el concurso de los hombres de méritos positivos, y todo hombre de valer muéstrase propicio a cooperar al progreso en esos órdenes de tanta importancia.

Mas, ¿a qué conducen estas digresiones? Conducen a justificar cuán merecedores de elogios son los hombres que en esos órdenes trabajan; obedecen al motivo de referirnos en estas líneas a uno de esos hombres que lo es el señor Pedro Santisteban.

De grande y sólido crédito goza en Puerto Rico la importante casa bancaria y comercial, que gira con la razón «Santisteban Chávarri y Compañía». De ésta es socio principal nuestro biografiado, y con decir que es una de las primeras, la más importante y respetable de la capital, y también de toda la isla, queda hecho el mejor elogio.

El hombre de iniciativas, de clara inteligencia, activo y trabajador. Posee fortuna muy sólida, la que aumenta trabajando asiduamente, y ofreciendo provechoso ejemplo.

Su nombre es respetabilísimo en el comercio y altamente estimado en las esferas mercantiles y entre todas las clases de la sociedad en San Juan de Puerto Rico.

Con la honradez y la moralidad por norma abrióse paso desde muy joven entre la falange de hombres de bien que trabajan allí por el engrandecimiento y la prosperidad, y ha colocado su nombre a una altura verdaderamente envidiable.

Desempeñó en aquella capital el Consulado del Perú.

Nació en Biáñez siendo hijo de una viuda pobre. Casó con doña Eloisa Chávarri. Fue Diputado por tres veces en Puerto Rico y poseyó la cruz de Isabel la Católica. Comía en la misma mesa con sus dependientes, y los educaba y enseñaba, y los asistía en sus enfermedades. Nunca se acostaba sin antes hincarse de rodillas y orar.

 

«VALLE DE CARRANZA»

HIJOS ILUSTRES DE CARRANZA

D. MANUEL LÓPEZ GIL

Cura Arcipreste de Soscaño

BILBAO, 1975

I. S. B. N. 84- 400 -8528 -1